La inteligencia artificial (IA) está revolucionando todas las actividades del ser humano, a la que no escapa la práctica del derecho. Lo que antes tomaba horas —revisar contratos, identificar inconsistencias, comparar cláusulas, analizar riesgos— hoy puede resolverse en minutos gracias a herramientas que procesan grandes volúmenes de información con absoluta precisión. Es innegable que la IA es necesaria hoy en día, y que puede ser una aliada poderosa para los abogados; sin embargo, en mi opinión, en medio de esta transformación tecnológica, hay algo que ninguna herramienta podrá reemplazar: el razonamiento jurídico y el juicio profesional.
La IA puede ayudarnos a redactar cláusulas contractuales o incluso en la elaboración de documentos completos dentro de un litigio; no obstante, aún no puede interpretar el contexto estratégico de una negociación, anticipar la evolución de una relación comercial, ni comprender las particularidades de un sector, un cliente o un caso específico. Puede identificar riesgos contractuales o legales con base en patrones y jurisprudencia, pero carece de la habilidad necesaria para evaluar cuál es la mejor decisión dentro del marco normativo, ético y emocional de las partes involucradas.
Es allí donde entra en juego el razonamiento jurídico del abogado; esa capacidad construida a lo largo de la formación académica, la experiencia práctica y el contacto con los clientes. El razonamiento nos permite no solo aplicar la norma, la jurisprudencia o una cláusula tipo, sino también tomar decisiones éticas, asesorar con visión estratégica y ofrecer soluciones personalizadas y realmente útiles.
Paradójicamente, mientras las herramientas tecnológicas avanzan y se perfeccionan, el juicio profesional y el razonamiento jurídico parecen estar en declive. Hoy vemos con frecuencia cómo se prioriza la rapidez o la estandarización por encima del análisis profundo y del entendimiento real de cada caso. Este fenómeno nos obliga a reflexionar: ¿qué tipo de abogacía queremos ejercer y ofrecer?
La importancia del juicio profesional
El juicio profesional implica mucho más que conocimiento técnico. Es la habilidad para valorar riesgos, ponderar consecuencias, y acompañar a los clientes en decisiones que, muchas veces, tienen un alto impacto humano, económico o reputacional significativo.
Por eso, aunque la IA puede automatizar múltiples tareas jurídicas, el pensamiento crítico, la intuición profesional y la capacidad de análisis contextual siguen siendo esenciales en nuestra labor.
En Tobon Abogados Asociados, estamos convencidos de que el futuro del derecho no está en la sustitución, sino en la integración: usar la tecnología para ser más eficientes, sin perder de vista lo que realmente genera valor a nuestros clientes: la capacidad de escuchar, analizar, interpretar, asesorar y decidir con criterio propio.
En tiempos de inteligencia artificial, el juicio profesional no pierde vigencia. Al contrario, se vuelve más valioso que nunca. Precisamente porque escasea, es lo que más valor tiene en la práctica de hoy.
Daniela Tobon Velez
Socia